miércoles, 28 de octubre de 2015

Y ahora... ¿Que?

El pasado domingo 25 de Octubre la Argentina vivió una jornada electoral fuertemente marcada por la incertidumbre y el miedo. Incertidumbre de quienes apoyaron durante los últimos doce años el proyecto cubanizante de la Argentina, al ver un panorama muy difícil para la  continuidad en el gobierno del oficialismo; y el miedo de quienes se encuentran en las antípodas de la demagogia populista, que ven en las masas de electores al monstruo apátrida del  54%, presto a dar el tiro de gracia a la mortecina Argentina. Tanto de un lado como del otro, las expectativas no eran muy alentadoras, gracias a la desinformación de los medios y las encuestadoras.

Finalmente se despejó un poco el panorama y ahora podemos ver más claramente el ocaso de una etapa nefasta para la Patria, sin embargo nada está dicho aún, ya que el oportunismo, el clientelismo y demás condicionamientos a los que se somete gran parte del electorado, hacen posible que, aún después de haber podido vivir un clima de aparente deseo de cambio, caigamos nuevamente en manos del poder reinante.

Habiendo hecho esta introducción, quisiera reflexionar un poco sobre el futuro no tan lejano de nuestro país:

Un balotaje implica, como todos saben, elegir entre dos caminos. En la actualidad tenemos el camino de los muy conocidos herederos de la subversión terrorista de los 60’s y 70’s, y el del nuevo y muy “plural” e “inclusivo” liberalismo. Si bien son caminos diferentes, persiguen fines muy parecidos, sobre todo en lo que respecta a cuestiones morales, que hacen inadmisible para un católico tomar partido por uno o el otro.

Como decíamos más arriba, es posible que el próximo 22 de noviembre la Argentina viva un cambio que, al menos en cuestiones sociales, signifique un respiro para todos (al menos para todos los que no deseamos seguir viviendo la confrontación entre hermanos). Es posible también que un eventual nuevo gobierno rescate al campo y a otros tantos sectores olvidados e incluso despreciados por la actual conducción. Las instituciones pueden reverdecer, luego de tantos años de haber sido sistemáticamente destruidas; particularmente las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales que tuvieron que sufrir el desprestigio y la humillación de parte de aquellos que, derrotados en los 70’s, vienen vomitando el odio y utilizando todos los medios a su alcance para vengarse de los uniformados, como ocurre con muchos ancianos encerrados en cárceles comunes, que mueren por falta de atención médica o por las vejaciones que reciben.

Ojalá este cambio se dé y el nuevo gobierno pueda aplacar un poco el tormentoso clima que la neo-lucha de clases instaló. Pero después de recuperar al campo, devolver el prestigio a las instituciones, estabilizar un poco la economía, dejar de gastar las reservas para mantener entretenidos a los más desfavorecidos y así callarles la boca, y todos los logros que son posibles, borrando del mapa a los actuales dirigentes; ¿qué pasará?

¿Realmente podemos confiar en que el “matrimonio igualitario” va a quedar sepultado en un triste recuerdo, cuando fueron sus promotores los mismos que hoy proponen un cambio? ¿Podemos tener esperanzas en que los que no pueden permitirse pagar un colegio decente a sus hijos, tengan plena confianza en que en las escuelas públicas no les van a enseñar a sus hijos a masturbarse, a utilizar métodos anticonceptivos e incentivarlos a la fornicación, cuando los que hoy proponen un cambio son los que crearon el programa “Chau Tabú”? ¿Estarán protegidos los niños huérfanos, que esperan que una familia los adopte, del capricho de los promotores de la contranatura, amparada hoy por muchos personajes del “cambio”? ¿Dejarán de morir niños asesinados por sus propias madres y por personas que juraron salvar vidas? ¿Se terminará el INADI, la CHA, LGBT y demás organizaciones que atentan contra la Santa Madre Iglesia y sus fieles? ¿Se respetará el derecho a la objeción de conciencia de un juez que no quiere declarar marido y mujer a dos sodomitas, o de un médico que no quiere asesinar inocentes?

Muchas veces es legítimo para un católico elegir el mal menor, pero cuando no tiene opción. Hoy tenemos la opción de no elegir, anulando nuestro voto, por ejemplo. No estaríamos faltando a nuestro deber cívico y, sobre todo, no estaríamos siendo cómplices de los enemigos de Dios y la Iglesia.

Los crímenes y demás pecados que hoy cometemos como Nación, no tienen precedente en la historia de nuestra Patria. Es necesario orar mucho, hermanos. Hay que reparar con ayunos, mortificaciones, desagravios y todo lo que esté a nuestro alcance.

Independientemente de quiénes sean los próximos conductores de nuestra amada Argentina, los esfuerzos para salvarla del paganismo total dependen de nosotros, los hijos de Dios que, aunque pecadores, fuimos rescatados de las ataduras de la muerte y llamados a iluminar con la Luz perenne de Cristo todos los rincones del mundo.

El Inmaculado Corazón de María nos inspire para obrar con rectitud y su poderosa intercesión cure todas las heridas abiertas de nuestra Patria, empezando por acoger el Amor misericordioso de Jesucristo.

ORACION POR LA PATRIA

Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación,
una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad
y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad
de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres
y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.

Dios los bendiga.

Gustavo Arias.