Podría decir muchas cosas bellas de este gran Papa, pero prefiero compartir con ustedes un pequeño artículo de pluma ajena para recordar un poco su pontificado y entender el valor que tuvo (y aún tiene) el maravilloso Magisterio que nos dejó.
La Decición de un Teólogo que Paralizó al Mundo
A nadie se le había pasado por la cabeza que Benedicto XVI acabaría su Pontificado renunciando. Los vaticanistas, basándose en sus investigaciones, aseguraban que el estado de salud del teólogo alemán había empeorado considerablemente en los últimos meses.
Nada más lejos de la realidad. He de decir que días antes a la renuncia, y tras los achaques provocados por el caso del mayordomo, el Papa Benedicto XVI parecía recobrar su estado de ánimo, debilitado durante la etapa de Vatileaks. La valentía y el coraje que tuvo el Papa alemán para tomar tal decisión dicen mucho de su persona, y de su inteligencia.
Él fue quien durante sus ocho años de pontificado luchó para esclarecer casos de abusos sexuales que fueron tapados en un pasado, fue quien comenzó a destapar las cuentas del banco IOR, fue también quien recogió el difícil relevo del carismático Juan Pablo II, y fue quien nos dio una lección de humildad a todos, siendo consciente de que algunos que se hacen llamar “católicos” iban a criticarle. Le aplaudió el mundo entero (creyentes y no creyentes), porque ningún líder mundial ha sabido nunca estar a su nivel, y tener la sangre fría que tuvo él.
Es el Papa que más ha hecho por la Iglesia Universal en los últimos años, y es aquel al que menos se le reconocerá. Es un hombre sencillo, al que nunca le gustaron los focos, dado que prefería encerrarse en sus escritos y oraciones. Estoy de acuerdo, en que su lenguaje no estaba preparado para esta sociedad inculta y desprestigiada, de hoy en día, aquella que hoy entiende perfectamente el mismo mensaje en un tono más llano proveniente del Papa Francisco.
El Papa Benedicto XVI, ya sin fuerzas para seguir tirando del carro, allanó el camino a Francisco, quien ha encontrado en él a su mejor consejero. De hecho, días antes de su renuncia, dejó un documento privado para el que fuese su sucesor. En él seguro que ya le construyó el primer puente entre el sucesor de Pedro y el pueblo, las instituciones y los diferentes organismos mundiales. La decisión que cambió el curso de la historia fue tomada por un hombre humilde, trabajador y que siempre quiso lo mejor para la Iglesia.
Fuente:
http://www.aciprensa.com
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