Hoy, Miércoles de Ceniza, quiero dejarles el mensaje que el Cardenal Mario Poli envió para la Cuaresma de este año.
Sergio Gustavo Arias
Queridos hermanos:
En la liturgia del primer domingo de Cuaresma, como Iglesia
suplicante pedimos al Dios de toda misericordia: "concédenos avanzar en
la inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en plenitud"
La Cuaresma cristiana que iniciamos con la imposición de las cenizas
nos introduce cada año más intensamente en la celebración del Misterio
Pascual de Cristo, participación en su muerte, resurrección y ascensión.
Así aspiramos a que la victoria de Cristo, nuestra Cabeza, se cumpla en
todo su pueblo santo.
Hoy la Iglesia, prolonga y perfecciona esta Pascua de Cristo, el
Señor de la historia, a lo largo del tiempo, pasando continuamente de la
muerte del pecado a la vida nueva y gozosa de la gracia.
Si bien todo el Año Litúrgico es una llamada a asimilar el Misterio
de Cristo, durante la Cuaresma y la Pascua lo experimentamos con mayor
intensidad.
Bellamente, los cinco domingos en un "in crescendo" nos "inician" en
ese Misterio y nos entrenan en el paso de la muerte a la vida. Paso
que expresa la liturgia cuaresmal con la palabra conversión: "cambio de
mentalidad", “cambio de dirección". Que nuestra mentalidad tantas veces
lejana al Evangelio, se convierta en mentalidad de Cristo. Que la vida
cerrada a Dios y al prójimo se abra con docilidad a la misericordia de
Dios que vivifica y al amor concreto a los hermanos que transfigura la
realidad.
Rasguen los corazones, no las vestiduras, conviértanse al Señor nos
pide Dios por el profeta. Rasgar el corazón es declarar su
vulnerabilidad aceptando la tentación y dejándonos embriagar por la
visión esperanzada de la vida futura. Rasgar el corazón es reconocer su
dureza y sequedad, clamando con la Samaritana por el agua que da Vida.
Rasgar el corazón es, como el ciego de nacimiento, dejar que por sus
grietas pase la luz que disipa las tinieblas. Rasgar el corazón y dejar,
como Lázaro, que a través de las vendas de la muerte, la voz potente
del maestro contagie la vida.
Rasgar el corazón hoy, con un lenguaje iluminado desde la Pascua y
heredero del magisterio del Papa Francisco que invitó e invita a la
revolución de la ternura será para nosotros: “enternezcan el corazón”.
Enternezcan el corazón para que la gracia que abundantemente nos
regala el Dios de la vida los empape y experimenten su salvación.
Enternezcan el corazón para que ningún dolor ni aflicción de los
hermanos les resulte indiferente. Enternezcan el corazón para sentir la
suavidad de la ternura del Padre sobre las llagas y heridas de antaño en
la humanidad. Enternezcan el corazón para experimentar la alegría del
amor donado y compartido, que nunca nos deja insatisfechos.
Enternezcan el corazón para anunciar con gozo, desde la propia
carne, el Evangelio de la Vida abundante. Este es signo exterior de una
realidad interior de conversión y de gracia de Dios que nos renueva en
cada Pascua.
Conversión personal y pastoral para una Iglesia en Cuaresma, no será
solamente un pueblo que ayuna y llora, sino sobre todo la de una
comunidad que se pone a la escucha orante de la Palabra viva de Dios.
Una Iglesia que se deja moldear así por su Señor experimenta de modo
entrañable que la inteligencia del misterio de Cristo vivido en plenitud
consiste en “dejar libres a los oprimidos, partir su pan con el
hambriento, hospedar a los pobres sin techo...” Ayunar, para dar al
prójimo.
Con este marco tan cargado y fortalecido por la presencia de Dios
los invito, como iglesia Arquidiocesana, a reforzar sus esfuerzos y
generosidad con el “gesto cuaresmal solidario”. La experiencia de estos
años ha puesto de manifiesto la vitalidad de las palabras del Señor en
el corazón de cada uno de ustedes, que se ha hecho gesto en el
compromiso de nuestra Iglesia en Buenos Aires con sus miembros más
débiles.
Que Dios les regale una profunda Cuaresma solidaria y una santa y gozosa Pascua.
Cardenal Mario Aurelio Poli, Arzobispo de Buenos Aires.
Fuente:
http://www.aica.org
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