“Panem
et circenses” puede resumir los últimos 70 años de peronismo que, entre golpes
de estado, terrorismo subversivo, cortos períodos de radicalismo y alianzas
vergonzosas entre distintas facciones políticas, se ha perpetuado en el poder.
Con
algunas variantes ideológicas y líderes más o menos carismáticos, el pan y el
circo fue siempre la línea que siguieron los justicialistas. La “década ganada”
no podía ser menos y, dando planes sociales, Pro-Cre-Ar, asignaciones
universales y demás beneficios a las clases baja y media-baja, ha completado la
primera parte de esa alocución latina. La segunda fue coronada, entre otras
cosas, con el Fútbol Para Todos.
Nadie
podría discutir que muchos planes sociales son necesarios para “salir de apuro”,
pero de ahí a hacer pasar a los subsidiados como personas con trabajo en blanco
para reducir al mínimo posible las estadísticas de desocupación, y que encima
los beneficiados por dichos planes se dejen utilizar como marionetas, es algo
muy distinto. El Pro-Cre-Ar dio a muchísimas personas la posibilidad de adquirir
una casa propia, pero que un cristiano, por haber accedido a este programa, diga
“yo estoy de acuerdo con este gobierno” y defienda la sucesión ininterrumpida
de inmoralidades que se sobrevienen desde hace años, habla de que estamos
ante personas de una mezquindad moral monstruosa, en el mejor de los casos. No
importa que desde el Estado se cometan las peores aberraciones y se atente
sistemáticamente contra la moral; mientras el 54% tenga sus pesitos depositados
todos los meses, pueda adquirir una casa o mirar fútbol sin pagar un
codificador, el peronismo va a seguir siendo el régimen imperante en nuestra
desangrada Argentina.
Con
lo dicho podemos cerrar este artículo, porque basta y sobra para dar las
razones por las cuales un cristiano no debería estar en las filas del peronismo,
pero, como la tibieza encuentra siembre razones para justificar el vicio, vamos
a exponer lo más grave, aquello que solamente personas sin siquiera sentido de
la moral pueden justificar para identificarse con el gobierno actual.
Cuando
el fiscal Alberto Nisman murió de manera misteriosa, un día antes de exponer
una denuncia en la que se veían comprometidos funcionarios del gobierno y
afines, muchos kirchneristas dijeron: Bueno, si se comprueba que el gobierno
tuvo algo que ver con la muerte del fiscal, vamos a tener que ir apartándonos
de sus filas porque estamos hablando de un gobierno mafioso. Yo le pregunto a
esta gente: ¿Acaso el crimen de un fiscal es lo más grave que hizo (en caso que
lo haya hecho) este gobierno? No seamos hipócritas. La cantidad de muertes en
manos de delincuentes que hay en este país, con el silencio cómplice del
discurso oficialista, viene ensuciando al gobierno y sus simpatizantes hace
muchísimo tiempo. Aún así, los más laxos podrían seguir justificándose, porque
lo que presentamos hasta ahora, si bien es gravísimo, no abarca todo el arco de
inmoralidades que existen.
Desde
el gobierno de Perón, con la legalización de prostíbulos, el impulso de leyes
de divorcio, la quema de iglesias, el fomento de organizaciones subversivas de
izquierda y derecha, etc., hasta la actualidad, en que se escucha a
funcionarios kirchneristas jactándose de la distribución de preservativos, el
mal llamado “matrimonio gay”, el sistema educativo que adoctrina a los niños y jóvenes en el materialismo ateo y el aborto que ya se practica en hospitales públicos; sobran razones para que un católico no solamente
no adhiera a este gobierno, sino que ponga todos los recursos que estén a su
alcance para librar el Buen Combate contra los enemigos de Cristo que, desde la
Casa Rosada, el Congreso y demás edificios públicos, siguen atentando contra
nuestra Santa Fe.
La
economía es parte fundamental de la gestión de un gobierno. El mismo Papa
Francisco habló en múltiples ocasiones sobre la necesidad de políticas más
inclusivas, que den soluciones concretas a la pobreza y permitan a todos los
ciudadanos acceder a una vida temporal digna, sin embargo nadie puede simpatizar
con un gobierno solamente porque la economía funciona bien. Más aún, nadie puede
decir que en este país hay auténtica inclusión porque sigue habiendo planes
sociales, en vez de trabajo en blanco, siguen muriendo niños víctimas de la
desnutrición y podríamos seguir la lista de falencias que este gobierno tiene
en materia de inclusión y desarrollo económico, pero como se viene entendiendo
a lo largo de este artículo, no es esta área de la política la que más nos
compromete como nación.
El
cielo no se gana con billetes, sino haciendo la Voluntad de Dios y, el
peronismo, sobre todo en los últimos 10 años, mancilló cada uno de los
Mandamientos de la Ley de Dios. No debería sorprendernos, al tener en las más
altas esferas del gobierno a enemigos declarados de la Iglesia: feministas,
abortistas, homosexualistas, masones, marxistas y una larga lista de elementos
que, amparados bajo la maquinaria del poder, siguen atentando contra la Patria
y promoviendo abiertamente la lucha contra la Iglesia de Cristo.
Lo
más sorprendente es que, sabiendo todo esto, exista gente que participa de la
Santa Misa los domingos y, de lunes a sábado apoye a los enemigos de Cristo.
Otros no apoyan al kirchnerismo, pero sí a alternativas que, aunque prometen
mayor rigurosidad contra los delincuentes, siguen apoyando la contranatura, el
desarrollo de lobbies y demás batallas que no tienen otro fin que vaciar a
nuestra Argentina de su identidad católica e hispana. Pareciera que la opción
por “ninguno” les resulta anti-democrática, entonces adhieren al “menos malo”.
¿Es legítimo esto?
La
democracia es muy valorada por el magisterio de la Iglesia, pero la Doctrina
Social nos enseña que, tanto la democracia, como la monarquía o cualquier otro
sistema, siempre que sea justo, es legítimo. Nadie “falla a la democracia” por
no adherir a partido alguno. Y aunque lo hiciera, hay valores muchísimos más
importantes que deben tutelarse antes que la democracia. Es como que un padre,
por no dejar que su hijo se aburra, lo deje jugar con las serpientes. Todavía
más: nadie peca por no ser democrático y mucho menos cuando, tomando esta
postura, trata de ser fiel a Cristo.
En
Lucas 11:23, el mismísimo Cristo nos dice que el que no está con Él, está
contra Él y el que no recoge con Él, desparrama. Parece una perogrullada,
pero hay que decirla para aclarar un poco el panorama de algunos hermanos: EL
QUE ESTÁ CON ESTE GOBIERNO, ESTÁ CONTRA CRISTO.
Lejos
de querer apuntar con el dedo a nuestros hermanos, quise con este artículo
cumplir con la corrección fraterna. Todos somos pecadores y debemos luchar
contra nuestras flaquezas, pero, nombrando de nuevo al Papa Francisco:
PECADORES, SI; CORRUPTOS, NO. El que es pecador por debilidad, es perdonado por
el Señor todas las veces que se arrepienta, pero el que, sabiendo que está
en el error, no se arrepiente y sigue en su conducta, convirtiéndose así en un
corrupto, no puede ser alcanzado por la Divina Misericordia que no violenta la voluntad de las personas, a las cuales Dios creó libres.
Recemos,
hermanos, por nuestra Patria y digamos junto a María: ¡ARGENTINA, CANTA Y
CAMINA!
Gustavo Arias.
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