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domingo, 16 de octubre de 2016

San José Sánchez del Río


Hoy, 16 de Octubre de 2016, el Papa Francisco canonizó a siete santos. Entre ellos, está el Cura Brochero, muy querido en Argentina. El 14 de Septiembre de 2013, el Cura Gaucho era proclamado beato, ocasión en la cual publiqué una entrada con la noticia de la beatificación y un pequeño artículo escrito por Hugo Wast, el cual pueden leer AQUÍ.


Otro santo canonizado hoy es José Sánchez del Río, un pequeño mexicano de 14 años de edad que decidió unirse a los cristeros, para defender la Fe y a la Santa Iglesia, que era perseguida por el gobierno masónico de Plutarco Elías Calles.

Les dejo una pequeña reseña biográfica de este santo y, al final, un video con una bonita canción escrita para él.

El video contiene imágenes de San José Sánchez del Río, como también de la película "Cristiada", la cual recomiendo mirar, ya que muestra un poco de la vida del santo y del desarrollo de la Guerra Cristera.


San José Sánchez del Río

Nació el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán. Al decretarse la suspensión del culto público, José tenía 13 años y 5 meses. Su hermano Miguel decidió tomar las armas para defender la causa de Cristo y de su Iglesia. José, viendo el valor de su hermano, pidió permiso a sus padres para alistarse como soldado; su madre trató de disuadirlo pero él le dijo: "Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la ocasión". Su madre le dio permiso, pero le pidió que escribiera al jefe de los Cristeros de Michoacán para ver si lo admitía. José escribió al jefe cristero y la respuesta fue negativa. No se desanimó y volvió a insistir pidiéndole que lo admitiera, si no como soldado activo, sí como un asistente.

En el campamento se ganó el cariño de sus compañeros que lo apodaron "Tarsicio". Su alegría endulzaba los momentos tristes de los cristeros y todos admiraban su gallardía y su valor. Por la noche dirigía el santo rosario y animaba a la tropa a defender su fe. 

El 5 de febrero de 1928, tuvo lugar un combate, cerca de Cotija. El caballo del general cayó muerto de un balazo, José bajó de su montura con agilidad y le dijo: "Mi general, aquí está mi caballo, sálvese usted, aunque a mí me maten. Yo no hago falta y usted sí" y le entregó su caballo. En combate fue hecho prisionero y llevado ante el general callista quien le reprendió por combatir contra el Gobierno y, al ver su decisión y arrojo, le dijo: "Eres un valiente, muchacho. Vente con nosotros y te irá mejor que con esos cristeros". "¡Jamás, jamás! ¡Primero muerto! ¡Yo no quiero unirme con los enemigos de Cristo Rey! ¡Yo soy su enemigo! ¡Fusíleme!". 

El general lo mandó encerrar en la cárcel de Cotija, en un calabozo oscuro y maloliente. José pidió tinta y papel y escribió una carta a su madre en la que le decía: "Cotija, 6 de febrero de 1928. Mi querida mamá: Fui hecho prisionero en combate en este día. Creo que voy a morir, pero no importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios. No te preocupes por mi muerte... haz la voluntad de Dios, ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre...".

El 10 de febrero de 1928, como a las 6 de la tarde, lo sacaron del templo y lo llevaron al cuartel del Refugio. A las 11 de la noche llegó la hora suprema. Le desollaron los pies con un cuchillo, lo sacaron del mesón y lo hicieron caminar a golpes hasta el cementerio. Los soldados querían hacerlo apostatar a fuerza de crueldad, pero no lo lograron. Dios le dio fortaleza para caminar, gritando vivas a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe. Ya en el panteón, preguntó cuál era su sepultura, y con un rasgo admirable de heroísmo, se puso de pie al borde de la propia fosa, para evitar a los verdugos el trabajo de transportar su cuerpo. Acto seguido, los esbirros se abalanzaron sobre él y comenzaron a apuñalarlo. A cada puñalada gritaba de nuevo: "¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!". En medio del tormento, el capitán jefe de la escolta le preguntó, no por compasión, sino por crueldad, qué les mandaba decir a sus padres, a lo que respondió José: "Que nos veremos en el cielo. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!". Mientras salían de su boca estas exclamaciones, el capitán le disparó a la cabeza, y el muchacho cayó dentro de la tumba, bañado en sangre, y su alma volaba al cielo. Era el 10 de febrero de 1928. Sin ataúd y sin mortaja recibió directamente las paladas de tierra y su cuerpo quedó sepultado, hasta que años después, sus restos fueron inhumados en las catacumbas del templo expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús. Actualmente reposan en el templo parroquial de Santiago Apóstol, en Sahuayo, Michoacán. 

Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005, y canonizado por el Papa Francisco el 16 de octubre de 2016





Texto biográfico extraído de AciPrensa.com

jueves, 21 de agosto de 2014

Breve Biografía de San Pío X

Ayer, 20 de agosto, se cumplió el centenario de la muerte del Papa San Pío X. Su fiesta en el rito romano moderno es hoy, ya que en el calendario estaba San Bernardo el día 20 con anterioridad. Quiero dejarles una breve biografía de este gran Papa Santo, que supo mantenerse firme frente a los enemigos de la Iglesia y combatió para instaurarlo todo en Cristo, como decía su lema.

Vida familiar y vocación

Giuseppe Melchiorre Sarto nació el 2 de Junio de 1835 en Riese, provincia de Treviso, en Venecia. Sus padres fueron Giovanni Battista Sarto y Margarita Sanson. Su padre fue un cartero y murió en 1852, pero su madre vivió para ver a su hijo llegar a Cardenal. Luego de terminar sus estudios elementales, recibió clases privadas de latín por parte del arcipreste de su pueblo, Don Tito Fusarini, después de lo cual estudió durante cuatro años en el gimnasio de Castelfranco Veneto, caminando de ida y vuelta diariamente. En 1850 recibió la tonsura de manos del Obispo de Treviso y obtuvo una beca de la Diócesis de Treviso para estudiar en el seminario de Padua, donde terminó sus estudios filosóficos, teológicos y de los
clásicos con honores. Fue ordenado sacerdote en 1858, y durante nueve años fue capellán de Tómbolo, teniendo que asumir muchas de las funciones del párroco, puesto que éste ya era anciano e inválido. Buscó perfeccionar su conocimiento de la teología a través de un estudio asiduo de Santo Tomás y el derecho canónico; al mismo tiempo estableció una escuela nocturna para la educación de los adultos, y siendo él mismo un ferviente predicador, constantemente era invitado a ejercer este ministerio en otros pueblos. En 1867 fue nombrado arcipreste de Salzano, un importante municipio de la Diócesis de Treviso, en donde restauró la iglesia y ayudó a la ampliación y mantenimiento del hospital con sus propios medios, en congruencia con su habitual generosidad hacia los pobres; especialmente se distinguió por su abnegación durante una epidemia de cólera que afectó a la región.

Mostró una gran solicitud por la instrucción religiosa de los adultos. En 1875 creó un reglamento para la catedral de Treviso; ocupó varios cargos, entre ellos, el de director espiritual y rector del seminario, examinador del clero y vicario general; más aún, hizo posible que los estudiantes de escuelas públicas recibieran instrucción religiosa. En 1878, a la muerte del Obispo Zanelli, fue elegido vicario capitular.


Obispo de Mantua

El 10 de Noviembre de 1884 fue nombrado Obispo de Mantua, en ese entonces una sede muy problemática, y fue consagrado el 20 de Noviembre. Su principal preocupación en su nuevo cargo fue la
formación del clero en el seminario, donde, por varios años, enseñó teología dogmática y, durante un año, teología moral. Deseaba seguir el método y la teología de Santo Tomás, y a muchos de los estudiantes más pobres les regaló copias de la “Summa Theologica”; a la vez, cultivó el Canto Gregoriano en compañía de los seminaristas. La administración temporal de la sede le impuso grandes sacrificios. En 1887 celebró un sínodo diocesano.

Mediante su asistencia en el confesionario, dio ejemplo de celo pastoral. La Organización Católica de Italia, conocida entonces como la “Opera dei Congressi”, encontró en él a un celoso propagandista desde su ministerio en Salzano.


Cardenal de la Iglesia

En el consistorio secreto celebrado en Junio de 1893, León XIII lo creó Cardenal, con el título de San Bernardo de las Termas; y en el consistorio público, tres días más tarde, fue preconizado Patriarca de Venecia, conservando mientras tanto el título de Administrador Apostólico de Mantua. El Cardenal Sarto
fue obligado a esperar dieciocho meses, antes de tomar posesión de su nueva diócesis, debido a que el gobierno italiano se negaba a otorgar el exequatur, reclamando que el derecho de nominación había sido ejercido por el Emperador de Austria. Este asunto fue tratado con amargura en periódicos y panfletos; el Gobierno, a manera de represalia, rehusó extender el exequatur a los otros obispos que fueron nombrados durante este tiempo, por lo que el número de sedes vacantes creció a treinta.
Finalmente, el ministro Crispi, habiendo regresado al poder, y la Santa Sede, habiendo elevado la misión de Eritrea a la categoría de Prefectura Apostólica en atención a los Capuchinos Italianos, motivaron al Gobierno a retractarse de su posición original. Esta oposición no fue causada por ninguna objeción contra la persona de Sarto.

En Venecia el cardenal encontró un estado de cosas mucho mejor que el que había hallado en Mantua. También allí puso gran atención
en el seminario, donde logró establecer la facultad de derecho canónico. En 1898 celebró el sínodo diocesano. Promovió el uso del Canto Gregoriano y fue gran benefactor de Lorenzo Perosi; favoreció el trabajo social, especialmente los bancos en las parroquias rurales; se dio cuenta de los peligros que entrañaban ciertas doctrinas y conductas de algunos Cristiano-Demócratas y se opuso enérgicamente a ellas.

El Congreso Eucarístico Internacional de 1897, en el centenario de San Gerardo Sagredo (1900), la bendición de la primera piedra del nuevo campanario de San Marcos y la capilla conmemorativa en el Monte Grappa (1901) fueron eventos que dejaron una profunda impresión en él y en su gente.


Pastor Universal

A la muerte de León XIII, los cardenales se reunieron en cónclave y, después de varias votaciones, Giuseppe Sarto fue elegido el 4 de Agosto al obtener 55 de 60 votos posibles. Su coronación tuvo lugar el siguiente Domingo, 9 de Agosto de 1903.

En su primera Encíclica, deseando revelar hasta cierto punto su programa de trabajo, mencionó el que sería el lema de su pontificado: “instaurare omnia in Christo” (Ef 1,10). En consecuencia, su mayor atención giró siempre sobre la defensa de los intereses de la Iglesia. Pero ante todo, sus esfuerzos también se dirigieron a promover la piedad entre los fieles, y a fomentar la recepción frecuente de la Sagrada Comunión, y, si era posible, hacerla diariamente (Decr. S. Congr. Concil., 20 de Diciembre, 1905), dispensando a los enfermos de la obligación de ayunar para poder recibir la Sagrada Comunión dos veces al mes, o incluso más (Decr. S. Congr. Rit., 7 de Diciembre, 1906). Finalmente, mediante el Decreto “Quam Singulari” (15 de Agosto, 1910), recomendó que la Primera Comunión en los niños no se demorara demasiado tiempo después de que alcanzaran la edad de la discreción. Fue por deseo suyo que el Congreso Eucarístico de 1905 se celebró en Roma, mientras que aumentó la solemnidad de los congresos Eucarísticos posteriores mediante el envío de cardenales legados.


Los 50 del dogma de la Inmaculada Concepción

El quincuagésimo aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción fue una ocasión que supo aprovechar para impulsar la devoción a María (Encíclica “Ad illum diem”, Febrero 2,1904); y el Congreso Mariano junto con la coronación de la imagen de la Inmaculada Concepción en el coro de la Basílica de San Pedro fueron una digna culminación de la solemnidad. Fuera como simple capellán, como obispo, y como patriarca, Giuseppe Sarto fue siempre un promotor de la música sacra; como Papa publicó, el 22 de Noviembre de 1903, un Motu Proprio sobre música sacra en las iglesias, y, al mismo tiempo, ordenó que el auténtico Canto Gregoriano se utilizara en todas partes, mientras dispuso que los libros de cantos se imprimieran con el tipo de fuente del Vaticano bajo la supervisión de una comisión especial. En la Encíclica “Acerbo nimis” (Abril 15, 1905), planteó la necesidad de que la instrucción catequética no se limitara a los niños, sino que también fuera dirigida hacia los adultos, dando para ello reglas detalladas, especialmente en lo referente a escuelas adecuadas para la impartición de la instrucción religiosa a los estudiantes de escuelas públicas, y aun de universidades. Promovió la publicación de un nuevo catecismo para la Diócesis de Roma.


Preocupación por la formación del clero

Como obispo, su principal preocupación había sido la formación del clero, y de acuerdo con este propósito, una Encíclica dirigida al Episcopado Italiano (Julio 28, 1906) hacía énfasis en la necesidad de tener mayor cuidado en la ordenación de sacerdotes, llamando la atención de los obispos sobre el hecho de que, entre los clérigos más jóvenes, se manifestaba cada vez con mayor frecuencia un espíritu de independencia que era una amenaza para la disciplina eclesiástica. En beneficio de los seminarios italianos, ordenó que fueran
visitados regularmente por los obispos, y promulgó un nuevo programa de estudios que había estado en uso en el Seminario Romano. Por otra parte, como las diócesis del Centro y Sur de Italia eran tan pequeñas que sus seminarios respectivos no podían prosperar, Pío X estableció el seminario regional, que es común para las sedes de una región dada; en consecuencia, muchos seminarios, pequeños y deficientes, fueron cerrados.

Para una mayor eficacia en la asistencia a las almas, a través de un Decreto de la Sagrada Congregación del
Consistorio (Agosto 20, 1910), promulgó instrucciones concernientes a la remoción de párrocos como un acto administrativo, cuando tal procedimiento requería de graves circunstancias que podían no constituir una causa canónica para la destitución. Con motivo de la celebración del jubileo de su ordenación sacerdotal, dirigió una carta llena de afecto y prudentes consejos a todo el clero. Por un Decreto reciente (Noviembre 18, 1910), el clero había sido impedido de tomar parte en la administración temporal de organizaciones sociales, lo cual era causa frecuente de graves dificultades.


Pureza de la fe

Pero por sobre todas las cosas, la principal preocupación del Papa era la pureza de la fe. En varias ocasiones, como en la Encíclica con respecto al centenario de San Gregorio Magno, Pío X resaltaba los peligros de ciertos métodos teológicos nuevos, los cuales, basándose en el Agnosticismo y el Immanentismo, por fuerza suprimían la doctrina de la fe de sus enseñanzas de una verdad objetiva, absoluta e inmutable, y más aun cuando estos métodos se asociaban con una crítica subversiva de las Sagradas Escrituras y de los orígenes del Cristianismo. Por esta razón, en 1907, publicó el Decreto “Lamentabili” (llamado también el Syllabus de Pío X), en el que sesenta y cinco proposiciones modernistas fueron condenadas. La mayor parte de estas se referían a las Sagradas Escrituras, su inspiración y la doctrina de Jesús y los Apóstoles, mientras otras se relacionaban con el dogma, los sacramentos, la primacía del Obispo de Roma. Inmediatamente después de eso, el 8 de Septiembre de 1907, apareció la famosa Encíclica “Pascendi”, que exponía y condenaba el sistema del Modernismo. Este documento hace énfasis sobre el peligro del Modernismo en relación con la filosofía, apologética, exégesis, historia, liturgia y disciplina, y muestra la contradicción entre esa innovación y la fe tradicional; y, finalmente, establece reglas por las cuales combatir eficazmente las perniciosas doctrinas en cuestión. Entre las medidas sugeridas cabe señalar el establecimiento de un cuerpo oficial de “censores” de libros y la creación de un “Comité de Vigilancia”.

Posteriormente, mediante el Motu Proprio “Sacrorum Antistitum”, Pío X llamó la atención en los interdictos de la Encíclica y las disposiciones que habían sido establecidas previamente bajo el pontificado de León XIII sobre la predicación, y sancionó que todos aquellos que ejercieran el sagrado ministerio o quienes enseñaran en institutos eclesiásticos, así como canónigos, superiores del clero regular, y aquellos que servían en oficinas eclesiásticas, deberían tomar un juramento en el que se comprometían a rechazar los errores que eran
denunciados en la Encíclica o en el Decreto “Lamentabili”. Pío X retomó este asunto vital en otras ocasiones, especialmente en las Encíclicas que fueron escritas en conmemoración de San Anselmo (Abril 21, 1909) y de San Carlos Borromeo (Junio 23, 1910), en la segunda de las cuales el Modernismo Reformista fue especialmente condenado. Como el estudio de la Biblia es, a la vez, el área más importante y más peligrosa de la teología, Pío X deseaba fundar en Roma un centro especial para esos estudios, que les diera la garantía inmediata de una ortodoxia incuestionable y un valor científico; en consecuencia, y con el apoyo de todo el mundo católico, se estableció el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, bajo la dirección de los jesuitas.


Codificación canónica

Una necesidad sentida durante mucho fue la de codificar la Ley Canónica, y con la intención de llevarla a cabo, el 19 de Marzo de 1904, Pío X creó una congregación especial de cardenales, de la que Gasparri, convertido en cardenal, sería el secretario. Las más eminentes autoridades en derecho canónico de todo el mundo, colaboraron en la formación del nuevo código, algunas de cuyas prescripciones ya habían sido publicadas, como por ejemplo, las modificaciones a la ley del Concilio de Trento en lo referente a los matrimonios secretos, las nuevas reglas para las relaciones diocesanas y para las visitas episcopales ad limina, y la nueva organización de la Curia Romana (Constitución “Sapienti Consilio”, Junio 29, 1908). Anteriormente, las Congregaciones para las Reliquias e Indulgencias y de Disciplina habían sido suprimidas, mientras que la Secretaría de Asuntos Menores había sido unida a la Secretaría de Estado. La característica del nuevo reglamento es la completa separación de los aspectos judiciales de los administrativos; mientras que las funciones de algunos departamentos habían sido determinadas con mayor precisión y sus trabajos más equilibrados. Las oficinas de la Curia se dividieron en Tribunales (3), Congregaciones (11), y Oficinas (5). Con respecto a los primeros, el Tribunal de Signatura (constituido exclusivamente por cardenales) y el de la Rota fueron revividos; al Tribunal de la Penitenciaría le fueron dejados únicamente los casos del fuero interno (conciencia). Las Congregaciones permanecieron casi como estaban al principio, con la excepción de que una sección especial fue agregada al Santo Oficio de la Inquisición para las indulgencias; la Congregación de Obispos y Regulares recibió el nombre de Congregación de Religiosos y tendría que tratar únicamente los asuntos de las congregaciones
religiosas, mientras los asuntos del clero secular  serían derivados a la Congregación del Consistorio o a la del Concilio; de este último fueron retirados los casos matrimoniales, los cuales serían ahora enviados a los tribunales o a la recientemente creada Congregación de los Sacramentos. La Congregación del Consistorio aumentó grandemente su importancia debido a que tendría que decidir sobre cuestiones que eran competencia de las otras Congregaciones. La Congregación de Propaganda perdió mucho de su territorio en Europa y América, donde las condiciones religiosas habían comenzado a estabilizarse. Al mismo tiempo, fueron publicadas las reglas y regulaciones para empleados, y aquellas para los diferentes departamentos. Otra Constitución reciente presenta una relación de las sedes suburbicarias.


Incremento de la Jerarquía

La jerarquía Católica incrementó grandemente su número durante los primeros años del pontificado de Pío X, en los que se crearon veintiocho nuevas diócesis, la mayoría en los Estados Unidos, Brasil y las Islas Filipinas; también una abadía nullius, 16 vicariatos Apostólicos y 15 prefecturas Apostólicas. León XIII llevó la cuestión social dentro del ámbito de la actividad eclesial; Pío X también deseó que la Iglesia cooperara, o, mejor aún, desempeñara un papel de liderazgo en la solución de la cuestión social; sus puntos de vista en esta materia fueron formulados en un syllabus de diecinueve proposiciones, tomadas de diferentes Encíclicas y otras Actas de León XIII, y publicadas en un Motu Proprio (Diciembre 18, 1903), especialmente para la orientación en Italia, donde la cuestión social era un asunto espinoso a principios de su pontificado. Buscó especialmente reprimir ciertas tendencias que se inclinaban hacia el Socialismo y promovían un espíritu de insubordinación a la autoridad eclesiástica.

Como resultado del aumento constante de divergencias, la “Opera dei Congressi”, la asociación Católica más grande de Italia, fue disuelta. No obstante, inmediatamente después la Encíclica “Il fermo proposito” (Junio 11, 1905) provocó la formación de una nueva organización, constituida por tres grandes uniones, la Popular, la Económica y la Electoral. La firmeza de Pío X logró la eliminación de, por lo menos, los elementos más discrepantes, posibilitando, ahora sí, una verdadera acción social Católica, aunque subsistieron algunas fricciones. El deseo de Pío X es que la clase trabajadora sea abiertamente Católica, como lo expresó en una memorable carta dirigida al Conde Medolago- Albani. También en Francia, el Sillon, después de un origen prometedor, había dado un giro que lo acercaba a la ortodoxia del extremismo democrático social; y los peligros de esta relación fueron expuestos en la Encíclica “Notre charge apostolique” (Agosto 25, 1910), en la cual los Sillonistas fueron conminados a mantener sus organizaciones bajo la autoridad de los obispos.


Política internacional

En sus relaciones con los Gobiernos, el pontificado de Pío X tuvo que mantener luchas dolorosas. En Francia el papa heredó disputas y amenazas. La cuestión “Nobis nominavit” fue resuelta con la condescendencia del papa; pero en lo referente al nombramiento de obispos propuestos por el Gobierno, la visita del presidente al Rey de Italia, con la consiguiente nota de protesta, y la remoción de dos obispos franceses, deseada por la Santa Sede, se convirtieron en pretextos del Gobierno en París para el rompimiento de las relaciones diplomáticas con la Corte de Roma. Mientras tanto la ley de Separación ya había sido preparada, despojando a la Iglesia de Francia y prescribiendo, además, una constitución para la misma , la cual, si bien no era abiertamente contraria a su naturaleza, por lo menos entrañaba grandes peligros para ella. Pío X, sin prestar atención a los consejos oportunistas de quienes tenían una visión corta de la situación, rechazó firmemente consentir en la formación de las asociaciones cultuales. La separación trajo cierta libertad a la Iglesia de Francia, especialmente en materia de la elección de sus pastores. Pío X, sin buscar represalias, todavía reconoció el derecho francés de protectorado sobre los Católicos en el Este. Algunos párrafos de la Encíclica “Editae Saepe”, escrita en ocasión del centenario de San Carlos Borromeo, fueron mal interpretadas por los Protestantes, especialmente en Alemania, por lo que Pío X elaboró una declaración refutándolos, sin menoscabo a la autoridad de su alto cargo. En ese tiempo (Diciembre, 1910), se temían complicaciones en España, así como la separación y persecución en Portugal, para lo cual Pío X ya había tomado las medidas oportunas. El Gobierno de Turquía envió un embajador ante el Papa. Las relaciones entre la Santa Sede y las repúblicas de América Latina eran buenas. Las delegaciones en Chile y la República Argentina fueron elevadas a la categoría de internunciaturas, y se envió un Delegado Apostólico a Centroamérica.


Restauración del Vaticano

Naturalmente, la solicitud de Pío X se extendió a su propia estancia, realizando un gran trabajo de restauración en el Vaticano; por ejemplo, en las habitaciones del cardenalsecretario de Estado, el nuevo palacio para los empleados, una nueva galería de pinturas, la Specola, etc. Finalmente, no debemos olvidar su generosa caridad en las calamidades públicas: durante los grandes terremotos de Calabria, pidió la ayuda de todos los Católicos del mundo, logrando reunir, al momento del último sismo, aproximadamente 7’000,000 de francos, que sirvieron para cubrir las necesidades de quienes fueron afectados y para la construcción de iglesias, escuelas, etc. Su caridad no fue menor en ocasión de la erupción del Vesubio y de otros desastres fuera de Italia (Portugal e Irlanda). En pocos años, Pío X obtuvo resultados magníficos y duraderos en interés de conservar la doctrina y disciplina Católicas, aún enfrentando grandes dificultades de todo tipo. Hasta los no Católicos reconocen su espíritu apostólico, su fortaleza de carácter, la precisión de sus decisiones y su búsqueda de un programa claro y explícito.

U. BENIGNI
Traducido por Salvador Gómez Contreras
Selección de imágenes:José Gálvez Krüger


Anexo: Sus últimos meses de vida

Los últimos meses de la vida del papa Sarto estuvieron marcados por las crecientes tensiones internacionales, que él presentía que desembocarían inevitablemente en una guerra de proporciones nunca vistas, a la que solía referirse como “il Guerrone” y para evitar la cual había ofrecido su vida a Dios. Desgraciadamente, el atentado de Sarajevo, en el que el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austro-húngaro, y su esposa fueron asesinados por un nacionalista serbio, desencadenó la mortal maquinaria bélica y las hostilidades quedaron rotas al ser invadida Austria por Serbia: fue el inicio de la Primera Guerra Mundial, tan horrenda y mortífera, que mereció el apelativo de “la Gran Guerra” (la intuición de Pío X no había fallado desgraciadamente). Se dice que el káiser Francisco José I pidió al Papa que bendijera a los ejércitos austro-húngaros por tratarse de los de una potencia católica, a lo que el Pontífice respondió: “Yo bendigo la paz, no la guerra”. La invasión, a principios de agosto, de Bélgica y Luxemburgo –países católicos y pacíficos– por Alemania produjo un gran pesar a Pío X, cuya salud iba declinando a ojos vista. Pocos días antes de dejar este mundo, despidió al cardenal Cassetta con estas palabras: “Eminencia, ruegue a Dios para que se digne apartarme de este Calvario”. El 20 de agosto de 1914, entregaba el alma a su Creador el humilde Giuseppe Sarto. Se dijo que el corazón no había podido aguantar el sufrimiento de ver a la humanidad hundirse en la que su sucesor Benedicto XIV llamaría “inútil carnicería”. Fue beatificado por el venerable Pío XII el 3 de junio de 1951 y canonizado por el mismo papa el 3 de septiembre de 1954. Su fiesta se celebra el 3 de septiembre en el calendario del rito romano tradicional y el 21 de agosto en el del rito romano moderno. Sus restos se veneran en una capilla lateral de la nave del Evangelio de la basílica patriarcal de San Pedro en el Vaticano.

Extraído de la Enciclopedia Católica

jueves, 31 de julio de 2014

San Ignacio de Loyola

Hoy la Iglesia celebra la memoria de San Ignacio de Loyola. Les dejo una breve biografía de este gran santo.

El fundador de la Compañía de Jesús fue un español que nació en la casa-torre de Loyola (Azpeitia) el año 1491. Su niñez pertenece al siglo XV, siglo de otoño medieval con restos feudales y luces nuevas de humanismo, descubrimientos, aventuras; su juventud y madurez, al siglo XVI, a la época de Lutero, de Carlos V y del concilio de Trento. Algo medieval latirá siempre en el corazón de Loyola, aunque su espíritu será siempre moderno, hasta el punto de ser tenido por uno de los principales forjadores de la moderna catolicidad, organizada, práctica y apostólica.

En el verde valle que baña el río Urola, entre Azcoitia y Azpeitia, corrieron los primeros pasos de aquel niño de cara redonda y sonrosada, último vástago —el decimotercero— de una familia rica y poderosa en el país. Diéronle por nombre de bautismo Iñigo, que él cambiará en París por el de Ignacio.

Pronto murió su madre. Quizá ya estaba muy débil cuando Iñigo nació, pues, no pudiéndolo criar ella, lo puso en brazos de una nodriza campesina, cuyo marido trabajaba en las herrerías de los señores de Loyola. Allí se familiarizaría Iñigo con la misteriosa lengua vasca, de la que, siendo mayor, no pudo hacer mucho uso; allí aprendería las costumbres tradicionales del país, fiestas populares, cantos y danzas, como el zorcico y el aurresku, etc. Sabemos que siempre fue aficionado a la música, y una vez, siendo de cuarenta años, no tuvo reparo en bailar un aire de su tierra para consolar a un melancólico discípulo espiritual que se lo pedía. La educación que el niño recibió en su casa fue profundamente religiosa, si bien alguna vez llegarían a su conocimiento ciertos extravíos morales de sus parientes. Parece que su padre quería enderezarlo hacia la carrera eclesiástica, pero al niño le fascinaba mucho más la vida caballeresca y aventurera de sus hermanos mayores. Dos de ellos habían seguido las banderas del Gran Capitán en Nápoles. Un tercero se embarcó después para América, siendo comendador de Calatrava. Otro se estableció en un pueblo de Toledo, después de participar, como capitán de compañía, en la lucha contra los moriscos de Granada. Y otro, finalmente, acaudilló tropas guipuzcoanas al servicio del duque de Alba contra los franceses.

Poco antes de morir su padre, pidióle el caballero don Juan Velázquez de Cuéllar que le enviase el más joven de sus hijos, para educarlo en palacio y abrirle las puertas de la corte. Don Juan, pariente de los Loyola por parte de su mujer, María de Velasco, era contador mayor, algo así como ministro de Hacienda, del Rey Católico, y recibió a Iñigo entre sus hijos, dándole una educación exquisitamente cortesana y caballeresca, que admirarán después en el fundador de la Compañía cuantos se le acerquen: distinción en el porte, en la conversación, en el trato, hasta en el comer. En Arévalo, provincia de Avila —su residencia ordinaria—, y también en Medina del Campo, Valladolid, Tordesillas, Segovia, Madrid, en dondequiera que se hallase la corte, estaría frecuentemente don Juan Velázquez, y con él su paje Iñigo de Loyola. Toda la inmensa llanura de la vieja Castilla la pasearía éste a caballo, acostumbrando sus ojos a la redonda lejanía de los horizontes. Ejercitábase en la caza, en los torneos, en tañer la viola, en correr toros, en servir y participar en los opíparos banquetes que su señora doña María de Velasco preparaba a la reina Doña Germana de Foix, segunda esposa de Don Fernando. Devoraba ávidamente las novelas de caballerías, como el Amadís, y las poesías amatorias de los Cancioneros. "Aunque era aficionado a la fe —nos dirá más tarde su secretario—, no vivió nada conforme a ella ni se guardaba de pecados, antes era especialmente travieso en juegos y cosas de mujeres y en revueltas y cosas de armas"; mas todos reconocían en él eximias cualidades naturales: valor, magnanimidad, desinterés, fina destreza en gobernar a los hombres. Se ha dado excesiva importancia a un proceso criminal que en 1515 se entabló en Azpeitia "contra don Pero López de Loyola, capellán, e Iñigo de Loyola, su hermano, sobre cierto exceso, por ellos diz que el día de carnestuliendas últimamente pasado cometido e perpetrado". Ignoramos en qué consistió aquel exceso, que acaso se redujo a una nocturna asechanza frustrada contra alguna persona eclesiástica.



Caballerescamente se enamoró de una alta dama que "no era de vulgar nobleza; no condesa ni duquesa, mas era su estado más alto" (¿quizá la reina Doña Germana o la infanta doña Catalina?). Muerto don Juan Velázquez en 1517, Iñigo, que había pasado en Arévalo más de doce años, se acogió a otro alto pariente suyo, don Antonio Manrique, duque de Nájera y virrey de Navarra. Sirviendo al duque participó en sosegar los tumultos durante la revolución de los comuneros —espada en mano en la toma de Nájera, diplomáticamente en Guipúzcoa—, y peleó animosamente defendiendo el castillo de Pamplona contra los franceses, hasta caer herido en las piernas por una bala de cañón (20 de mayo de 1521). Impropiamente se le llama "capitán", era un caballero cortesano, o, mejor, un gentilhombre de la casa del duque.

Mientras le curaban en Loyola se hizo aserrar un hueso, encabalgado sobre otro, sólo porque le afeaba un poco, impidiéndole llevar una media elegante, y estirar con instrumentos torturadores la pierna, a fin de no perder la gallardía en el mundo de la corte; todo lo cual sufrió con estoica imperturbabilidad. En la convalecencia, no hallando las novelas de caballerías que él deseaba, se puso a leer las Vidas de los santos y la Vida de Cristo, lo cual le encendió en deseos de imitar las hazañas de aquellos héroes y de militar al servicio no de un "rey temporal", sino del "Rey eterno y universal, que es Cristo Nuestro Señor". Reflexionando sobre las desolaciones y consolaciones que experimentaba, aprendió a discernir el buen espíritu del malo con fina psicología sobrenatural. Su conversión y entrega a Dios fue perfecta.

A principios de 1522 sale de Loyola en peregrinación a Jerusalén. Detiénese unos días en el santuario de Montserrat, donde cambia sus ropas lujosas por las de un pobre; conságrase a la Santísima Virgen, hace confesión general y recibe de un monje benedictino las primeras instrucciones espirituales. Pasa un año en Manresa, llevando al principio vida de continua oración y penitencia; luego, de apostolado y asistencia a los hospitales. En una cueva de los contornos escribe, iluminado por Dios, sus primeras experiencias en las vías del espíritu, normas y meditaciones que, redondeadas más adelante, formarán el inmortal librito de los Ejercicios espirituales, "el código más sabio y universal de la dirección espiritual de las almas", como dijo Pío XI. Ya en Manresa el Espíritu Santo le transformó en uno de los místicos más auténticos que recuerda la historia. La ilustración más alta que entonces tuvo, y que le iluminó aun los problemas de orden natural, fue junto al río Cardoner. Prosiguiendo su peregrinación se embarca en Barcelona para Italia. De Roma sube a Venecia, siempre mendigando; el mismo dux veneciano le procura pasaje en una nave que va a Chipre, de donde el Santo sigue hasta Palestina. Visita con íntima devoción los santos lugares de Jerusalén, Belén, el Jordán, el Monte Calvario, el Olivete. A su vuelta, persuadido de que para la vida apostólica son necesarios los estudios, comienza a los treinta y tres años a aprender la gramática latina en Barcelona, pasa luego a las universidades de Alcalá y Salamanca, juntando los estudios con un ardiente proselitismo religioso. Falsamente le tienen por "alumbrado". No la Inquisición, como a veces se ha dicho, sino los vicarios generales de esas dos ciudades le forman proceso y le declaran inocente.

En febrero de 1528 se presenta en la célebre universidad de París, adonde confluyen estudiantes y maestros de toda Europa. Obtiene el grado de maestro en artes o doctor en filosofía (abril de 1534) y reúne en torno de sí algunos universitarios, que serán los pilares de la Compañía de Jesús: Fabro, Javier, Laínez, Salmerón, Rodrigues, Bobadilla, con quienes hace voto de apostolado, en pobreza y castidad, a ser posible en Palestina, y, si no, donde el Vicario de Cristo les ordenare (Montmartre, 15 de agosto de 1534).

De hecho el viaje a Tierra Santa resulta irrealizable, e Ignacio de Loyola va con sus compañeros a Roma, a ofrecerse enteramente al Sumo Pontífice. Una honda experiencia mística, recibida en el camino (La Storta, noviembre de 1537), le confirma en la idea de fundar unaCompañía o grupo de apóstoles, que llevará el nombre de Jesús. Paulo III, el mismo que abrirá el concilio de Trento, aprueba el instituto de la Compañía de Jesús, innovador en la historia del monaquismo (27 de septiembre de 1540). Mientras los compañeros de Ignacio y sus primeros discípulos salen con misiones pontificias a diversas tierras de Italia, de Alemania y Austria, de Irlanda, de la India, de Etiopía, el fundador permanece fijo en Roma, como en su cuartel general, recibiendo órdenes inmediatas del Papa y comunicándolas a sus hijos en innumerables cartas, de las que hoy conservamos 6.795. No por eso deja de predicar, dar ejercicios, enseñar el catecismo en las plazas de Roma, remediar las plagas sociales, fundando instituciones y patronatos para atender a los pobres, a los enfermos, a las muchachas en peligro, a las ya caídas que querían redimirse, etc. Con razón ha sido llamado "el apóstol de Roma". Y no se contenta con regenerar moralmente la Ciudad Eterna. Quiere que la capital del catolicismo sea un centro de ciencia eclesiástica, con un plantel de doctores, de los que pueda disponer cuando quiera el Sumo Pontífice. Y con este fin crea el Colegio Romano (1551), que después se llamará, como en nuestros días, Universidad Gregoriana, madre fecunda de alumnos ilustres y de maestros que enseñarán en todas las naciones. A su lado surge desde 1552 el Colegio Germánico, primer seminario de la Edad Moderna, prototipo de los tridentinos, cuya finalidad era educar romanamente a los jóvenes sacerdotes alemanes que habían de reconquistar a su patria para la Iglesia. Sus estatutos fueron redactados por el mismo San Ignacio.

A sus hijos esparcidos por todo el mundo los exhortaba a dar los ejercicios espirituales, método eficaz de reforma individual; a enseñar el catecismo a los ignorantes, a visitar los hospitales. Los últimos años de su vida despliega increíble actividad, fundando colegios, orientados principalmente a la formación del clero, para lo cual se enseñará en ellos desde la gramática latina hasta la teología y los casos de conciencia. Dicta sabias normas de táctica misional para los que evangelizan tierras de infieles, para Javier en la India y Japón, Andrés de Oviedo en Abisinia, etc., y no menos prudentes reglas propone a Pedro Canisio para la restauración católica en Alemania, y a Carlos V y Felipe II para el aniquilamiento de la media luna en el Mediterráneo.

Pocas figuras de la Contrarreforma son comparables a la de Ignacio de Loyola. Su devoción al Vicario de Cristo y a "nuestra Santa Madre la Iglesia jerárquica" brota naturalmente de su apasionado amor al Redentor, "nuestro común Señor Jesús", "nuestro Sumo Pontífice", "Cabeza y Esposo de la Iglesia". Sus Reglas para sentir con la Iglesia serán siempre la piedra de toque del buen católico.

El fundador de la Compañía de Jesús murió en Roma el 31 de julio de 1556. Su magnitud histórica impone admiración a todos los historiadores, a los protestantes tanto o más que a los católicos. Quizá su misma excelsitud haya impedido que su culto popular cundiese tanto como el de otros santos, al parecer, más amables. Preciso es reaccionar contra ciertos retratos literarios que nos lo presentan tétrico y sombrío. Sus coetáneos nos lo pintan risueño y sereno siempre, tierno y afectuoso, con extraordinaria propensión a las lágrimas. "El padre Ignacio —decía Gaspar Loarte— es una fuente de óleo." Sabía hacerse amar, aunque es verdad que todos sus afectos, aun los que parecían más espontáneos, iban gobernados por la reflexión. El "reflectir" (verbo de prudencia) le brota a cada paso de la pluma; pero no menos frecuente en sus labios era el "señalarse" (verbo de audacia), es decir, el distinguirse y descollar por el heroísmo y por las aspiraciones hacia lo más alto y perfecto: Ad maiorem Dei gloriam. Nunca fue un gran especulativo, pero sí un genio práctico y organizador, grande entre los grandes. Reduciendo a esquemas simplistas sus consejos espirituales, muchos interpretaron falsamente su doctrina como un ascetismo voluntarista y árido. No era ésa su alma. Basta leer su Diario espiritual, donde con palabras entrecortadas y realistas, no destinadas al público, descubre las intimidades de su alma y las altas experiencias místicas de cada día, para persuadirnos que estamos ante una de las almas más privilegiadas con dones y carismas del Señor.

RICARDO GARCÍA-VILLOSLADA, S. I

Fuente:
http://www.mercaba.org

sábado, 15 de marzo de 2014

Padre Leonardo Castellani - A 33 años de su muerte

Hermanos, al cumplirse hoy 33 años de la muerte del Padre Leonardo Castellani, quiero dejarles una síntesis de su biografía y principales obras.

Breve Biografía:

1. Formación (1899-1935) 

Leonardo Luis Castellani Contepomi nace en Reconquista, (Santa Fe, Argentina) el 16 de noviembre de 1899. Pierde a su padre -periodista y maestro librepensador- en la niñez, muerto en una reyerta política; también pierde en su niñez el ojo izquierdo, que será reemplazado por uno de vidrio. Termina el bachillerato en Santa Fe, y en 1918 ingresa al noviciado jesuita de Córdoba. Estudia letras, filosofía y teología en Santa Fe, luego en Buenos Aires y comienza a escribir (Camperas). Vistas sus grandes dotes intelectuales, es enviado en 1929 a Europa a proseguir sus estudios. 

Es ordenado sacerdote (1931), y estudia Filosofía y Teología en la Gregoriana de Roma, Después estudia Psicología en la Sorbona de París. Tras unos meses en Alemania, en 1935 vuelve a Argentina. 


2. Primera época (1935-1946) 

Desde su regreso a Europa y hasta 1946 trabaja en docencia y periodismo ; escribe más de 12 libros y traduce la primera parte de la Suma Teológica de Santo Tomás. De esta época son los cuentos reunidos en 'Historias del Norte Bravo', 'Martita ofelia y otros cuentos de fantasmas', 'Las muertes del Padre Metri'; ensayos y artículos reunidos en 'Las canciones de Militis', 'Crítica literaria', 'El nuevo gobierno de Sancho'. Participa activamente en revistas y diarios (Criterio, La Nacion, Cabildo, Tribuna) e incursiona en política, llegando a ser incluido en la lista de diputados del partido nacionalista en 1946. Estas actividades y sus actitudes críticas hacia la educación y las estructuras sociales, políticas y religiosas comienzan a ocasionarle enemigos y dificultades. 


3. La crisis: Manresa (1946-1949) 

Sus superiores religiosos lo presionan para que abandone la Compañía de Jesús (la orden jesuita); se niega, y las sanciones y presiones van en aumento. Viaja a Europa para intentar aclarar su situación, sin éxito. Es recluido en Manresa (España) durante dos años, mientras su salud física y psíquica se derrumba. Al borde de una neurosis y en medio de una aguda crisis espiritual, consigue huir y vuelve en 1949 a Buenos Aires. Es entonces expulsado de la Compañía y suspendido como sacerdote. 

Tiene entonces 50 años, su salud decaída, el alma lastimada en lo más profundo, difamado, con su carrera intelectual tronchada y sin medios de vida. 


4. Segunda etapa (1950-1969)

Es acogido por el obispo de Salta, donde vive entre 1950 y 1951, enseñando y escribiendo. Vuelve en 1952 a Bs As, y dicta cursos de filosofía y conferencias varias. El período más difícil de su vida ha pasado, y aunque las heridas no cerrarán nunca, comienza a ordenar sus papeles e inicia una nueva etapa en su producción intelectual, que se revelará aún más productiva y profunda que la primera. 

En este tiempo escribe 'El apocalipsis de San Juan', 'Cristo vuelve o no vuelve?', 'El ruiseñor fusilado/El místico' , 'Los papeles de Benjamín Benavídez', 'El evangelio de Jesucristo', 'Las parábolas de Cristo', 'Su majestad Dulcinea'... 

En 1966 se le restituye el ministerio sacerdotal. En 1967 funda la revista Jauja, que dirige hasta su cierre, en 1969. 


5. El ocaso (1969-1981)

El fin de la revista Jauja coincide con el fin de una década en que mueren otras esperanza;: han pasado el mayo francés, la primavera de Praga y la llegada del hombre a la luna... Castellani, sin dejar de ser un referente entre los católicos de argentina y muchas partes del mundo, y una figura destacada del nacionalismo argentino, se aparta cada vez más de la actividad política y, en general, de la sociedad. Volcado a su interioridad religiosa, su actividad se limita a escribir libros y dar conferencias. Profesa una gran devoción por el filósofo luterano Soren Kierkegaard, a quien dedica 'De Kierkegord a Tomas de Aquino', uno de los principales libros de la última etapa de su vida. 

Muere el 15 de marzo de 1981 en Buenos Aires.

La siguiente clasificación de las obras es meramente orientadora: muchas de ellas no caben dentro de un género determinado.


Ensayo 
La ensayística comprende gran parte de la obra de Castellani; probablemente, la mejor parte.
Dentro de la temática religiosa, -dentro de los cuales incluimos el rubro Exégesis bíblica- se destacan: "El Apokalypsis de San Juan", análisis exégetico sobre uno de sus temas recurrentes, con traducción propia del original griego; "El Evangelio de Jesucristo", , comentarios a las lecturas dominicales de los evangelios, precedidas de un estudio crítico, "Cristo vuelve o no vuelve?" , serie de ensayos sobre la segunda venida de Cristo.

Algunas de sus homilías han sido recopiladas en "Las parábolas de Cristo" y las recientemente editadas "Domingueras prédicas" y "Domingueras prédicas 2". Castellani, con su prosa ágil, su penetración y conocimiento del tema, y sus toques de humor, se encuetra aquí en su mejor elemento.


Temática filosófica:

"De Kirkegord a Tomás de Aquino", uno de sus libros tardíos, desordenado y fascinante, especie de homenaje a su amado "hermano danés". "San Agustín y nosotros", editado recientemente, reúne una serie de conferencias; además de mostrar su lado "agustiniano" (Castellani fue formado en un ambiente tomista), es una de las mejores muestras de su docencia filosófica. "Comentarios a la Summa Teológica" : empezó revisando la traducción, y terminó traduciendo y agregando jugosos comentarios; interrumpido en el quinto tomo por los incidentes que darían con él en la reclusión de Manresa, es una buena muestra de su estilo de la primera época.


Política, sociología y temas de actualidad:

Abundantes escritos periodísticos, han sido recopilados en "Decíamos ayer", "Notas a caballo de un país en crisis" "Las canciones de Militis" . Por su parte, "El nuevo gobierno de Sancho" contiene una serie de relatos satíricos con contenido político.

La mayor parte de estos escritos de índole sociopolítica datan de su primera etapa (antes de 1946); en estos años Castellani tuvo una actuación destacada en el nacionalismo católico (por ejemplo: participó en la revista Cabildo y fue nominado como diputado en 1946).

Posteriormente se alejó de la actividad política, aunque siguió siendo un referente intelectual del nacionalismo. En 1967 fundó y dirigió hasta 1969 la revista "Jauja" Se han recopilado sus editoriales (directoriales) en "Un país de Jauja", que incluye también su columna Periscópico, fresca y mordaz mirada de la actualidad sociopolítica.


Psicología:

Desde sus tiempos de estudiante en Francia, Castellani mostró interés por la investigación psicologíca Su tesis doctoral "La catarsis... es original, desde el estilo, inusual en un trabajo académico. Mantuvo una actitud crítica hacia el psiconálisis freudiano, aunque no condenatoria: Su "Freud en cifra" fue reeditado póstumanente, con adiciones de otros trabajos relacionados ( "Freud" ). Pero aún más interesante resulta su "Psicología Humana", editado recientemente sobre un curso dictado en 1953; Castellani brilla en esta serie de conferencias basadas en personas y personajes literarios (Dostoyevsky, Sade, Rousseau, Al Hallaj, Tiberio, Baudelaire...)


Cuentos y relatos breves 
Es considerado uno de los fundadores del cuento policial argentino, con sus libros "Las 9 muertes del padre Metri" y "El crimen de Ducadelia y otros cuentos del trío". Otros libros de cuentos son "Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas" e "Historias del norte bravo". .

"Camperas", su primer libro, y uno de sus más famosos, contiene una serie de fábulas, ambientado en el campo chaqueño-santafesino. "Doce parábolas cimarronas" . es una serie de paráfrasis de parábolas evangélicas, en forma de relatos de diverso tono.


Poesía 
Sus libros más importantes en este género son: "El libro de las oraciones" , y "La muerte de Martín Fierro". Ambos escritos en o con ocasión de su crisis en Manresa.


Novela 
En "Su Majestad Dulcinea" y "Juan 23 (24)" da forma novelística a sus principales preocupaciones espirituales. "El enigma del fantasma en coche" puede considerarse una novela corta. Mucho más lograda resulta "Los papeles de Benjamín Benávidez", especie de ensayo sobre el apocalipsis en forma novelada, con la inclusión de cuentos y poesías.


Otros géneros 
"El ruiseñor fusilado/El místico": A un ensayo sobre la persona del sacerdote catalán Jacinto Verdaguer, que sufriera un choque semejante con el clero, sigue una obra teatral a modo de glosa.
"Crítica literaria" y "Nueva crítica literaria" contiene analisis de la obra de Chesterton, Borges, Lugones, etc.
Muchos escritos periodísticos, sobre diversos temas, han sido publicados en diarios y revistas, y algunos de ellos han sido editados en recopilaciones. Permanecen inéditos un "Diario" y otros escritos.


Una noticia...

El sábado 15 de marzo se cumple el 33 aniversario de la muerte del escritor y pensador católico padre Leonardo Castellani. Con ese motivo, el Comité Ejecutivo de la Exposición del Libro Católico rendirá un homenaje a su memoria mediante la 20ª Entrega Faja de Honor que lleva su nombre, destinada a premiar obras editadas durante el año 2013 en su primera edición.
Dicha Faja tiene, además, la finalidad de “alentar a los autores argentinos cuyas obras merezcan tal aliciente y estimular a quienes continúen con su labor la línea vigorosamente sostenida por el padre Castellani a lo largo de toda su vida, al servicio de la Iglesia y de la Patria”, señala la convocatoria.

El jurado está integrado por los profesores José María Castiñeira de Dios y Enrique Mario Mayochi.

Todas las distinciones se darán a conocer el lunes 1º de septiembre de 2014 a las 19, en el acto de apertura de la XXVI Exposición del Libro Católico, que se realizará en la Casa de la Empleada–Obra de Monseñor Miguel de Andrea (Sarmiento 1272, Buenos Aires).

El ámbito para la elección de los trabajos que resulten premiados es amplio, y no tiene limitaciones por materia ni forma de trabajos (ensayos, narrativa, teatro, poesía), deberán ser obras en su primera edición y el contenido debe constituir un aporte a la cultura nacional, coincidente con los valores en que se funda la civilización cristiana.

El plazo de presentación vencerá el 30 de junio de 2014. Los autores podrán presentar directamente sus obras en la Casa de la Empleada o enviarlas por correo a Sarmiento 1272 (1041), Buenos Aires, a nombre de: Faja de Honor “Padre Leonardo Castellani”.

Para mayores informes: (011) 15.4470-7734; correo electrónico: info@librocatolico.com.ar www.librocatolico.com.ar www.facebook.com/exposiciondellibro.catolico


Fuentes:
http://www.aica.org
http://www.hjg.com.ar