Quiero dejarles estas palabras del Santo Padre de cuando recibió, este 28 de Febrero a los miembros de la Pontificia Comisión para América Latina encabezados por el Cardenal Marc Ouellet, a quienes, dejando de lado el discurso que había preparado, les habló durante más de 17 minutos.
Texto de la alocución del Papa Francisco:
¡Buenos días! Agradezco al Cardenal Ouellet sus palabras y a ustedes
todos, el trabajo que han hecho todos estos días. “Transmisión de la fe,
emergencia educativa”.
“Transmisión de la fe” lo escuchamos varias
veces, no nos hace tanto ruido la palabra. Sabemos que es una obligación
hoy día cómo se transmite la fe, que ya fue tema propuesto para el
anterior Sínodo que terminó en la evangelización.
Emergencia
educativa es una expresión recientemente acuñada por ustedes, por los
que prepararon esto. Y me gusta porque esto crea un espacio
antropológico, una visión antropológica de la evangelización una base
antropológica, ¿no? O sea, hay una emergencia educativa para la
transmisión de la fe. Es como tratar el tema de la catequesis a la
juventud desde una perspectiva, diríamos, de teología fundamental. Es
decir, bueno, cuáles son los presupuestos antropológicos que hay hoy día
en la transmisión de la fe, que hacen que para la juventud de América
Latina esto sea emergencia educativa ¿no?
Y por eso creo que hay que
ser repetitivo y volver a las grandes pautas de la educación, y la
primera pauta de la educación es que educar, lo hemos dicho en la misma
comisión, alguna vez lo hemos dicho, que no es solamente transmitir
conocimientos, ¿no? transmitir contenidos, sino que implica otras
dimensiones: O sea transmitir contenidos, hábitos y valoraciones, y los
tres juntos.
Para poder transmitir la fe hay que crear el hábito de
una conducta hay que crear la recepción de valores que la preparen y la
hagan crecer. Hay que crear contenidos básicos. Si solamente queremos
transmitir la fe con contenidos será una cosa superficial o ideológica,
que no va a tener raíces. La transmisión tiene que ser de contenidos,
con valores, valoraciones y hábitos, hábitos de conducta, ¿no? Los
antiguos propósitos de nuestros confesores cuando éramos chicos, ¿no?
“Bueno, en esta semana vos hacé esto, esto y esto” y nos iban
creando un hábito de conducta, ¿no? Y no sólo el contenido, sino lo
valores. O sea que en ese marco de la transmisión de la fe tiene que
moverse, ¿no? Tres pilares ¿no?
Otra cosa que es importante para la
juventud, transmitirle a la juventud y a los chicos también ¿no?, pero
sobre todo a la juventud, es el buen manejo de la utopía. Nosotros en
América Latina hemos tenido experiencia de un manejo no del todo
equilibrado de la utopía, y que en algún lugar, en algunos lugares, no
en todos, en algún momento nos desbordó, y al menos el caso de
Argentina, podemos decir ¡Cuántos muchachos de la Acción Católica, por
una mala educación de la utopía terminaron en la guerrilla de los años
70! ¿No?
Saber manejar la utopía, o sea, saber conducir. Manejar es
una mala palabra. ¡Saber conducir y ayudar a crecer la utopía de un
joven es una riqueza! ¡Un joven sin utopías es un viejo adelantado ¿no?
envejeció antes de tiempo! ¿No? O sea, ¿cómo hago para que esta ilusión
que tiene el chico, esta utopía, lo lleve al encuentro con Jesucristo?
Es todo un paso que hay que ir haciendo. Me atrevo a sugerir lo
siguiente: una utopía en un joven crece bien si está acompañada de
memoria y de discernimiento. La utopía mira al futuro, la memoria mira
al pasado y el presente se discierne.
El joven tiene que recibir la
memoria y plantar, arraigar su utopía en esa memoria. Discernir en el
presente su utopía, los signos de los tiempos, y así ya la utopía ya va
adelante pero muy arraigada en la memoria, en la historia que ha
recibido, discernida en el presente, maestros de discernimiento
necesitamos para los jóvenes, y ya proyectada hacia el futuro. Entonces
la emergencia educativa ya tiene un cauce allí para moverse desde lo más
propio del joven que es la utopía.
De ahí la insistencia, que por
ahí me escuchan a mí, del encuentro de los viejos y los jóvenes, ¿no? El
icono de la Presentación de Jesús en el Templo, ¿no? O sea, el
encuentro de los jóvenes con los abuelos es clave. Me decían algunos
obispos de algunos países en crisis que donde hay una grande
desocupación de jóvenes, que parte de la solución de los jóvenes está en
que le dan de comer los abuelos. O sea, se vuelven a encontrar con los
abuelos: Los abuelos tienen la pensión y salen de la casa de reposo,
vuelven a la familia y además le traen esa memoria, ese encuentro.
Yo
me acuerdo de una película que vi hace 25 años, más o menos de Fury
Shaw, este japonés, este famoso director japonés, que es muy sencilla,
una familia, dos chicos, papá y mamá. Papá y mamá se iban a hacer una
gira por los Estados Unidos y les dejaron los chicos a la abuela. Chicos
japoneses de coca-cola, hot-dog, o sea, de una cultura de ese tipo,
¿no? Y todo el film está en cómo esos chicos empiezan a escuchar lo que
les cuenta la abuela, de la memoria de su pueblo. Cuando los padres
vuelven, los desubicados son los padres, fuera de la memoria. Los chicos
la habían recibido de los abuelos. Este fenómeno del encuentro de los
chicos y los abuelos ha conservado la fe en los países del Este durante
toda la época comunista, porque los padres no podrían ir a la Iglesia. Y
me decían, (me estoy confundiendo… pero en estos días estuvieron, no se
si los obispos búlgaros o de Albania, los que estuvieron ahí), me
decían que las iglesias de ellos están llenos de viejos y de jóvenes.
Los papás no van porque nunca se encontraron con Jesús ¿no? El encuentro
de los chicos con los abuelos es clave para recibir la memoria de un
pueblo y el discernimiento en el presente. Maestros de discernimiento,
consejeros espirituales. Y aquí es importante para la transmisión de la
fe de los jóvenes, el apostolado cuerpo a cuerpo. O sea, el
discernimiento en el presente no se puede hacer sin un buen confesor, un
buen director espiritual que se anime a aburrirse horas y horas
escuchando a los jóvenes. Entonces, memoria del pasado discernimiento
del presente, utopía del futuro. En ese esquema va creciendo la fe de un
joven.
Tercero que diría como emergencia educativa es esta
transmisión de la fe y también de la cultura, es el problema de la
cultura del descarte. Hoy día, por la economía que se ha implantado en
el mundo, bueno, en el centro está el dios dinero y no la persona
humana, y todo lo demás se ordena, y lo que no cabe en ese orden, se
descarta, ¿no? Y se descartan los chicos que sobran, que molestan o que
no conviene que vengan. Los obispos españoles me decían recién la
cantidad de abortos, ¡el número! ¡Yo me quedé helado! ¿no? Ellos tienen
ahí los censos de eso, más o menos…
Se descartan los viejos, ¿no?
tienden a descartar. En algunos países de América Latina hay eutanasia
encubierta, ¡hay eutanasia encubierta! Porque las obras sociales pagan
hasta acá, no más, y los pobres viejitos, ¡como puedan! Recuerdo haber
visitado un hogar de ancianos en Buenos Aires, del Estado, donde estaban
las camas llenas, y como no había más camas, ponían colchones en el
suelo, y estaban los viejitos ahí… ¡¿un país no puede comprar una cama?!
¡Eso indica otra cosa! ¿No?... pero son material de descarte: sábanas
sucias, con todo tipo de suciedad, sin servilletas, los viejitos comían
ahí, se limpiaban la boca con la sábana… eso lo vi yo, no me lo contó
nadie. Son material de descarte, pero eso se nos mete adentro…
Y acá
caigo en lo de los jóvenes: Hoy día como molesta a este sistema
económico mundial la cantidad de jóvenes que hay que darle fuente de
trabajo, el porcentaje alto de desocupación de los jóvenes. Si estamos
teniendo una generación de jóvenes que no tienen la experiencia de la
dignidad. No que no comen, porque le dan de comer los abuelos, o la
parroquia, o la sociedad de fomento, o el Ejército de la salvación, o el
club del barrio… el pan lo come, pero no la dignidad de ganarse el pan y
llevarlo a casa. Hoy día los jóvenes entran en esta gama de material de
descarte. Entonces, dentro de la cultura del descarte, miremos a los
jóvenes que nos necesitan más que nunca. No sólo por esa utopía que
tiene, porque el joven está sin trabajo, tiene anestesiada la utopía, la
estuvo a punto de perder. No sólo por él, sino por la urgencia de
transmitir la fe a una juventud que hoy día es material de descarte
también.
Y dentro de este ítem de material de descarte, el avance de
la droga sobre la juventud. No es solamente un problema de vicio. Las
adicciones son muchas, como todo cambio de época, se dan fenómenos raros
entre los cuales está la proliferación de las adicciones, ¿no? La
ludopatía ha llegado a niveles sumamente altos, pero la droga es el
instrumento de muerte de los jóvenes. Hay todo un armamento mundial de
droga que está destruyendo esta banda, esta generación de jóvenes que
están destinados al descarte.
Esto es lo que se me ocurrió decir,
compartir, ¿no? Primero como estructura educativa, transmitir
contenidos, hábitos y valoraciones. Segundo la utopía del joven,
relacionarla y armonizarla con la memoria y el discernimiento. Tercero
la cultura del descarte como uno de los fenómenos más graves que está
sufriendo nuestra juventud, sobretodo por el uso que de esa juventud
puede hacer y está haciendo la droga para destruirla. Estamos
descartando nuestros jóvenes.
¿El futuro cuál es? Sale por una obligación: la Traditio fidei es también Traditio spe y la tenemos que dar.
La
pregunta final que quisiera dejarles es: Cuando la utopía cae en el
desencanto, ¿cuál es nuestro aporte? La utopía de un joven entusiasta,
hoy día está resbalando hacia el desencanto. Jóvenes desencantados a los
cuales hay que darles fe y esperanza.
Les agradezco de todo
corazón el trabajo de ustedes, de estos días, para salir al frente de
esta emergencia educativa, y bueno, ¡sigan adelante! ¡Necesitamos
ayudarnos en esto, en todo esto, en las conclusiones de ustedes y todo
lo que podemos hacer! ¡Muchas gracias!
(Transcripción de Mariana Puebla – RV).
Fuente:
http://www.vatican.va
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lunes, 3 de marzo de 2014
domingo, 26 de enero de 2014
Movimiento Rastafari - Drogadicción, Racismo y Anticatolicismo
La imagen de “puro amor” que la mayoría de los que son víctimas de la publicidad tienen respecto al Movimiento Rastafari puede ser removida fácilmente acudiendo a cualquier fuente, incluso a aquellas que promueven estas culturas, ya que cuando la verdad es muy evidente, la mentira poco puede hacer para acallarla; como dice el adagio, “no se puede tapar el sol con un dedo”. Basta con mirar Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_rastafari#Racismo) para asesorarnos. Es importante mentar que esta pseudo-enciclopedia apoya este movimiento y da un perfil muy positivo (siempre que se pueda) de sus personajes mas relevantes.
Los “Rastafari” creen que la raza negra es descendiente de los israelitas del Antiguo Testamento (El Pueblo Elegido). Así plantean una religiosidad basada en distintas doctrinas judeo-cristianas, budistas, hinduistas, entre otras.
En 1931 accede al trono de la actual Etiopía Haile Selassie, considerado hoy por los rastafaris una reencarnación de Cristo. Esta creencia fue propuesta por Marcus Garvey, quien hoy es considerado una versión moderna de San Juan Bautista. Hasta aquí todo parece una simple locura de un montón de drogadictos, pero resulta que este desquicio pone sus miras en objetivos mucho mas peligrosos. Garvey dijo:
“Creo en una raza negra pura igual como los propios blancos creen en una raza blanca pura.”
No se froten los ojos porque lo que acaban de leer es real; una de las culturas mas difundidas en el globo terráqueo tiene los mismos ideales que el nazismo, ni más ni menos. Por un lado tenemos la “superioridad racial” sobre la cual Adolf Hitler apoya su retórica, y por el otro el socialismo que pretende “librar” a una colectividad destruyendo a otra. Sintetizando, lo que para Hitler era la “raza aria”, para Garvey era la “raza negra” y lo eran para Hitler los judíos, son los blancos para Garvey.
Veamos lo que dice Wikipedia respecto al movimiento:
Para el rastafarismo (…) la raza blanca surgió de una antigua civilización malvada carente de una dimensión espiritual para la vida y que su propia existencia es innatural. Así, la visión escatológica del rastafarismo plantea a la raza negra como el gobierno legítimo a imponerse, una vez colapsado el gobierno blanco occidental.
Aquí es a donde quería llegar. Muchos hermanos miembros de la Iglesia acatan la religiosidad subvertida que proponen los Rastafari. Me inclino a pensar que es producto de la ignorancia ayudada por el mensaje de los medios que muestra a esta cultura como un sinónimo del amor. Este pequeño artículo va dedicado para ellos, ya que el católico que, a sabiendas de la aberración que significa dicha filosofía, aún así ve en ella una “opción de vida”, tendrá que rendir cuentas al Señor por trasgredir el Primer Mandamiento.
Creo que el problema religioso es evidente y no merece siquiera explicaciones, aunque es el principal. Lo secundario, aunque no menor, son los fines socio-políticos que propone esta doctrina. Como leímos de Wikipedia, el principal foco a atacar es el occidentalismo, eliminando hasta el último vestigio de “hombre blanco”, considerado “innatural”. Sería casi redundante decirlo, pero muy oportuno; EL PRINCIPAL FOCO A ATACAR DE ESTA CULTURA ES LA CIVILIZACION CRISTIANA.
Europa, como centro de la Evangelización, es la principal enemiga del rastafarismo. Tras ésta, viene toda América, heredera del antiguo continente, principalmente los países hispanos por su fuerte tradición católica. Es por eso que, aunque parezca un disparate, Marcus Garvey apoyaba al grupo racista Ku Klux Klan por su fuerte anticatolicismo y por considerar que su accionar iba a permitir el retorno de la población negra a África, considerada una especie de “tierra prometida”.
Con todo lo antedicho, vale reflexionar sobre la penetración que tuvo (y tiene) esta cultura en occidente. Hoy en día se la impulsa desde la música, como es el caso del “reggae”; sin embargo el “mensaje aculturizador” está presente en miles de artistas que no pertenecen al ambiente del reggae. Pudo verse también en movimientos políticos como los terroristas norteamericanos “Panteras Negras”. Mas grave aún es el caso de la legalización de la marihuana (clave en la cultura Rastafari) que muchos países están haciendo propia, tratando de minimizar la gravedad de nocividad de esta droga que es la puerta de entrada al mundo de uno de los flagelos mas execrables del mundo.
Muchos dirán que lo que planteo nada tiene que ver con “un plan sistemático para acabar con el mundo occidental” y estoy totalmente de acuerdo. Volvernos conspiracionistas es no asumir la responsabilidad. Es más que obvio que la infiltración de esta podredumbre cultural, que cada día aleja más al hombre de Dios y lo acerca a lo que el Papa Francisco llama “amor de telenovela” y al “Príncipe de este mundo”, es culpa nuestra. Somos nosotros los que renunciamos a nuestra Fe para adoptar creencias paganas o, en el mejor de los casos, tratamos de conciliar Verdad con mentira. Nosotros abandonamos nuestra cultura, concordante con nuestra Fe, para adoptar formas de vida que nos hacen daño, como es el uso de drogas, el “amor libre”, la pornografía, etc.
Hay una tendencia cultural a pensar que, como los negros fueron víctimas de la esclavitud durante mucho tiempo, debe tolerarse el racismo y la discriminación ejecutados por estas personas porque son producto de una “reacción” ante el avasallamiento sufrido otrora. Esto pasa también con los movimientos sionistas más radicales que justifican hasta la tortura en el Estado de Israel porque el puedo judío fue víctima del nazismo. También puede verse en los movimientos feministas que, con el pretexto de reivindicar supuestos “derechos” de las mujeres (víctimas de la cultura machista), impulsan proyectos de legalización del aborto. Muchos tratan de encuadrar estas reacciones dentro del concepto de Legítima Defensa. Obviamente es imposible hacerlo, ya que el “carácter actual de la acción”, que es un requisito indispensable para que se de la justificación de la conducta, no existe.
Son muchísimos los peligros a los que los católicos nos enfrentamos a diario; sea por vernos tentados a abrazar doctrinas ajenas e incompatibles con la Verdad, o por ser extirpados de la vida política, económica, social, etc. de nuestros países de tradición católica o; en el peor de los casos, ser perseguidos como ocurre en tantos lugares del mundo a causa de las doctrinas del odio a Dios, inspiradas por otras religiones o simplemente por filósofos, como Carl Marx que decía que “La religión es el opio de los pueblos”.
El motivo por el cual quise centrarme en el Movimiento Rastafari es porque, al menos en Hispanoamérica, tiene mucho “peso” y está abarcando cada vez más espacios en nuestra cultura. Muy común es oír canciones del género “reggae” donde se habla de Dios, fe, amor y demás conceptos que de lejos parecen totalmente conexos con nuestra Fe; incluso se habla de Cristo en muchas de ellas, pero recordemos que ellos creen que Cristo se reencarnó en Selassie y la “fe que libera” de la que tanto hablan, libera a la “raza superior negra” de lo que ellos considera la “opresión” de la Civilización Cristiana. Si el protestantismo, que con todos sus errores está considerado cristianismo; es una herejía, ¿Qué podría decirse de esta secta jamaiquina que promueve la drogadicción, el racismo y la cristianofobia?
Es menester hacerle frente enraizándonos en la recta doctrina y, así como ellos impulsan la perversión, debemos nosotros alumbrar cada rincón a nuestro alcance con la Luz del Evangelio.
Dice el Señor en Mateo 12:30:
“El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.”
Dios los bendiga.
Los “Rastafari” creen que la raza negra es descendiente de los israelitas del Antiguo Testamento (El Pueblo Elegido). Así plantean una religiosidad basada en distintas doctrinas judeo-cristianas, budistas, hinduistas, entre otras.
En 1931 accede al trono de la actual Etiopía Haile Selassie, considerado hoy por los rastafaris una reencarnación de Cristo. Esta creencia fue propuesta por Marcus Garvey, quien hoy es considerado una versión moderna de San Juan Bautista. Hasta aquí todo parece una simple locura de un montón de drogadictos, pero resulta que este desquicio pone sus miras en objetivos mucho mas peligrosos. Garvey dijo:
“Creo en una raza negra pura igual como los propios blancos creen en una raza blanca pura.”
No se froten los ojos porque lo que acaban de leer es real; una de las culturas mas difundidas en el globo terráqueo tiene los mismos ideales que el nazismo, ni más ni menos. Por un lado tenemos la “superioridad racial” sobre la cual Adolf Hitler apoya su retórica, y por el otro el socialismo que pretende “librar” a una colectividad destruyendo a otra. Sintetizando, lo que para Hitler era la “raza aria”, para Garvey era la “raza negra” y lo eran para Hitler los judíos, son los blancos para Garvey.
Veamos lo que dice Wikipedia respecto al movimiento:
Para el rastafarismo (…) la raza blanca surgió de una antigua civilización malvada carente de una dimensión espiritual para la vida y que su propia existencia es innatural. Así, la visión escatológica del rastafarismo plantea a la raza negra como el gobierno legítimo a imponerse, una vez colapsado el gobierno blanco occidental.
Aquí es a donde quería llegar. Muchos hermanos miembros de la Iglesia acatan la religiosidad subvertida que proponen los Rastafari. Me inclino a pensar que es producto de la ignorancia ayudada por el mensaje de los medios que muestra a esta cultura como un sinónimo del amor. Este pequeño artículo va dedicado para ellos, ya que el católico que, a sabiendas de la aberración que significa dicha filosofía, aún así ve en ella una “opción de vida”, tendrá que rendir cuentas al Señor por trasgredir el Primer Mandamiento.
Creo que el problema religioso es evidente y no merece siquiera explicaciones, aunque es el principal. Lo secundario, aunque no menor, son los fines socio-políticos que propone esta doctrina. Como leímos de Wikipedia, el principal foco a atacar es el occidentalismo, eliminando hasta el último vestigio de “hombre blanco”, considerado “innatural”. Sería casi redundante decirlo, pero muy oportuno; EL PRINCIPAL FOCO A ATACAR DE ESTA CULTURA ES LA CIVILIZACION CRISTIANA.
Europa, como centro de la Evangelización, es la principal enemiga del rastafarismo. Tras ésta, viene toda América, heredera del antiguo continente, principalmente los países hispanos por su fuerte tradición católica. Es por eso que, aunque parezca un disparate, Marcus Garvey apoyaba al grupo racista Ku Klux Klan por su fuerte anticatolicismo y por considerar que su accionar iba a permitir el retorno de la población negra a África, considerada una especie de “tierra prometida”.
Con todo lo antedicho, vale reflexionar sobre la penetración que tuvo (y tiene) esta cultura en occidente. Hoy en día se la impulsa desde la música, como es el caso del “reggae”; sin embargo el “mensaje aculturizador” está presente en miles de artistas que no pertenecen al ambiente del reggae. Pudo verse también en movimientos políticos como los terroristas norteamericanos “Panteras Negras”. Mas grave aún es el caso de la legalización de la marihuana (clave en la cultura Rastafari) que muchos países están haciendo propia, tratando de minimizar la gravedad de nocividad de esta droga que es la puerta de entrada al mundo de uno de los flagelos mas execrables del mundo.
Muchos dirán que lo que planteo nada tiene que ver con “un plan sistemático para acabar con el mundo occidental” y estoy totalmente de acuerdo. Volvernos conspiracionistas es no asumir la responsabilidad. Es más que obvio que la infiltración de esta podredumbre cultural, que cada día aleja más al hombre de Dios y lo acerca a lo que el Papa Francisco llama “amor de telenovela” y al “Príncipe de este mundo”, es culpa nuestra. Somos nosotros los que renunciamos a nuestra Fe para adoptar creencias paganas o, en el mejor de los casos, tratamos de conciliar Verdad con mentira. Nosotros abandonamos nuestra cultura, concordante con nuestra Fe, para adoptar formas de vida que nos hacen daño, como es el uso de drogas, el “amor libre”, la pornografía, etc.
Hay una tendencia cultural a pensar que, como los negros fueron víctimas de la esclavitud durante mucho tiempo, debe tolerarse el racismo y la discriminación ejecutados por estas personas porque son producto de una “reacción” ante el avasallamiento sufrido otrora. Esto pasa también con los movimientos sionistas más radicales que justifican hasta la tortura en el Estado de Israel porque el puedo judío fue víctima del nazismo. También puede verse en los movimientos feministas que, con el pretexto de reivindicar supuestos “derechos” de las mujeres (víctimas de la cultura machista), impulsan proyectos de legalización del aborto. Muchos tratan de encuadrar estas reacciones dentro del concepto de Legítima Defensa. Obviamente es imposible hacerlo, ya que el “carácter actual de la acción”, que es un requisito indispensable para que se de la justificación de la conducta, no existe.
Son muchísimos los peligros a los que los católicos nos enfrentamos a diario; sea por vernos tentados a abrazar doctrinas ajenas e incompatibles con la Verdad, o por ser extirpados de la vida política, económica, social, etc. de nuestros países de tradición católica o; en el peor de los casos, ser perseguidos como ocurre en tantos lugares del mundo a causa de las doctrinas del odio a Dios, inspiradas por otras religiones o simplemente por filósofos, como Carl Marx que decía que “La religión es el opio de los pueblos”.
El motivo por el cual quise centrarme en el Movimiento Rastafari es porque, al menos en Hispanoamérica, tiene mucho “peso” y está abarcando cada vez más espacios en nuestra cultura. Muy común es oír canciones del género “reggae” donde se habla de Dios, fe, amor y demás conceptos que de lejos parecen totalmente conexos con nuestra Fe; incluso se habla de Cristo en muchas de ellas, pero recordemos que ellos creen que Cristo se reencarnó en Selassie y la “fe que libera” de la que tanto hablan, libera a la “raza superior negra” de lo que ellos considera la “opresión” de la Civilización Cristiana. Si el protestantismo, que con todos sus errores está considerado cristianismo; es una herejía, ¿Qué podría decirse de esta secta jamaiquina que promueve la drogadicción, el racismo y la cristianofobia?
Es menester hacerle frente enraizándonos en la recta doctrina y, así como ellos impulsan la perversión, debemos nosotros alumbrar cada rincón a nuestro alcance con la Luz del Evangelio.
Dice el Señor en Mateo 12:30:
“El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.”
Dios los bendiga.
Gustavo Arias.
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