En el día de Nuestra Señora del Carmen, el Cardenal
Primado del Perú Juan Luis Cipriani, hizo una reflexión sobre la situación de
la mujer en el mundo actual, indicando que “la están atacando (a la mujer) más
que nunca”, con la ideología de género. Muy acertadas las afirmaciones del
Cardenal, por eso consideré escribir este pequeño artículo, agregando otros
elementos que pasan desapercibidos, pero que tienen una íntima relación con la
mujer en el mundo de hoy.
Cuando comenzaron a tener relevancia los movimientos
feministas a mediados del Siglo XX, reclamaban cosas con las que cualquier
persona de buena voluntad podía estar de acuerdo, como el derecho al sufragio,
la igual remuneración ante la misma tarea desempeñada en un trabajo y demás;
pero no muy atrás en el tiempo, se empezó a poner a la mujer en el lugar del
hombre. Lo que parecía una “inocente rebeldía”, como que una mujer vista
pantalones, escondía intenciones verdaderamente satánicas.
No hay que ser experto en demonología para colegir que
satanás ataca lo que Dios más ama. No hace falta haber tenido experiencias como
exorcista para saber que María Santísima, la creatura más perfecta y noble de
toda la creación, es lo que el diablo más aborrece. El Protoevangelio anuncia
que la mujer y su descendencia aplastarían la cabeza a satanás (Gén. 3:15). Con
este anuncio, las fuerzas del mal comenzaron una lucha sin cuartel contra Dios
y sus creaturas. Mientras el mundo se rigió más o menos con la Ley de Dios, el
poder del maligno estaba muy limitado, pero cuando el hombre, en su libertad
que nunca es violentada por el Creador, comenzó a apartar de la vida pública y
privada al Señor, el diablo extendió cada vez más el mal hasta que llegamos al
día de hoy, donde el hombre ya no es considerado como varón y mujer, sino como
una mezcla amorfa de caprichos, donde el varón puede ser mujer, casarse con
otro varón que piensa que puede encargar en una clínica un bebé con el color de
ojos que a ellos se les antoje, como si se tratara de una pizza; y que, cuando
uno de los dos sea viejito, cada cual habiendo vivido más de cinco
“matrimonios”, pueda ir a la misma clínica, donde armó a gusto del consumidor a
su hijo, a quitarse la vida.
En los últimos quinientos años fue acrecentándose poco
a poco el repudio del hombre por lo sacro. La herejía protestante jamás negó al
Dios uno y trino, ni la real divinidad y humanidad de Cristo, pero sí negó a Su
Madre, reduciéndola a una mujer más que Dios eligió para hacerse hombre, pero
que tuvo otros hijos. Se negó a la Iglesia, que es una, santa, católica y
apostólica, el Cuerpo Místico de Cristo y pastoreada por el legítimo sucesor de
Pedro, el Papa. Cada uno se arreglaría sólo con Dios, prescindiendo de los
Sacramentos instituidos por Jesús. Hago lo que quiero, total ya me salvé en el momento
en que dije “creo en que Jesús es mi salvador”.
Los movimientos liberales, promovidos por la
masonería, llevaron adelante la Revolución Francesa, que impuso el pensamiento
único, donde Dios era una especie de spray, una fuerza o energía creadora, que
nos mira desde algún lugar, pero no interviene. Hoy están de moda muchas
religiosidades con esta o parecidas ideas, todas nucleadas en la “New Age”.
Luego llegamos a finales del siglo XIX y principios
del XX, donde el marxismo niega totalmente a Dios, atribuyéndole todo lo creado
a una sucesión de causas puramente materiales. Todo podría explicarse
naturalmente. Incluso los acontecimientos histórico-políticos tendrían una
explicación material, donde un grupo de hombres malos (o capitalistas) domina a
otro grupo de hombres buenos (o proletarios). La solución estaría en que los
buenos eliminen a los malos y dominen las naciones. La bondad y maldad no
dependen de los actos humanos, de cuán noble o canalla sea el hombre, sino sólo
de su pertenencia a un estrato social.
Con este proceso, que algunos autores inician hace
quinientos años (como lo hice yo), pero que en realidad se fue gestando desde
el rechazo de Adán y Eva al Amor de Dios, llegamos al día de hoy, donde los
distintos componentes de la herejía, el liberalismo y el marxismo, se combinan,
formando distintas ideas o movimientos que usa satanás para extender el mal,
con la colaboración servil del hombre.
Podemos ver hoy que todo está permitido expresar,
menos la adhesión a la Verdad, que es reducida a una idea retrógrada, en el
mejor de los casos, y en otros países es censurada en nombre de la libertad. En
algunos lugares de Europa hay leyes “antidiscriminación”, donde decir que el
matrimonio fue instituido por Dios indisoluble entre un hombre y una mujer es
considerado un delito, pero si digo que un niño puede someterse a una operación
de “cambio de sexo”, soy “cool” y puedo tener lugar como candidato en los
partidos políticos de mayor peso.
El asesinato cobarde a inocentes, promovido por las
feministas y todo el arco “políticamente correcto”, ya está casi impuesto en
todo occidente. En nuestro país es un delito, sin embargo, el gobierno
kirchnerista se las arregló para que, mediante un protocolo, los promiscuos
y amancebados puedan asesinar a sus
hijos. El “cambio” tomó un montón de medidas económicas, anunció proyectos de
infraestructura y demás, pero de anular el protocolo criminal, ni una palabra.
Hay muchas cosas más para decir, pero sería alargar
demasiado un artículo que solamente busca aportar un granito de conciencia allí
donde todavía la hay. Para recapitular, basta poner los conceptos anteriormente
expuestos bajo la lupa de la Fe:
El demonio odia al género humano, por eso pretende
alejarlo de su Creador, impulsando las herejías que niegan la autoridad del
Vicario de Cristo, de la Iglesia y demás medios de gracia; pretende dividir a
los hombres entre buenos y malos, promoviendo el odio de unos contra otros;
busca imponer una confrontación entre el varón y la mujer para destruir a la
familia, base de la sociedad e iglesia doméstica, donde el hombre aprende a
amar.
Una madre con su hijo en el vientre, es para satanás
la figura de María Santísima con Jesús. La sociedad que aprueba el aborto se hace
servidora del mal y se burla de Dios. No dudo de la buena intención de algunas
personas que apoyan el feminismo moderno. Es cierto que, durante mucho tiempo,
la mujer fue víctima de desigualdades, pero también es cierto que se utilizan
esas desigualdades como excusas para matar bebés; como se utiliza la
desigualdad social para odiar a los ricos y, de ser posible, asesinarlos, como
propone el marxismo.
Tiene razón el Cardenal Cipriani al afirmar que a la
mujer la están atacando más que nunca. La atacan porque quieren quitarle lo más
bello que tiene: ser mujer. La figura de María Santísima es el modelo más
perfecto de mujer, pero para los servidores conscientes o inconscientes del mal,
la mujer debe ser promiscua, independiente, vestir como prostituta, consumir
alcohol y, como frutilla del postre de estiércol que ofrece satanás; asesinar a
sus hijos, que son imagen del Divino Niño.
El Señor advierte sobre el destino de quienes se
atreven a escandalizar a uno de estos pequeños (Mt. 18:6; Mc. 9:42; Lc. 17:2).
VAE MUNDO AB SCANDALIS!
El Señor tenga misericordia de nosotros.
Gustavo Arias.
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